viernes, abril 3



Adiós Presidente!

Escribo después de un par de días. Escribo para exhorcizar las palabras. Escribo porque necesito decir con mis palabras lo que en la calle durante tres días se respiró. Y aunque a veces son vanas las palabras y ante la muerte siempre me sienta impotente, pequeña, inmovil, necesito decir.Imperiosamente necesito de alguna manera despedirlo.

Para esto tomo la palabra en un espacio que es este y que comparto con amigos muy queridos y que tal vez no nos muevan las mismas ideas políticas, la verdad nunca lo hablamos. Pero igual inconsultamente digo que...

Yo crecí con los militares en el poder, era un gobierno de facto (no sabía que quería decir pero no eran lindos esos tiempos, eran grises)Tengo recuerdos de invierno. Tengo sensaciones de temor y de tristeza sólo irrumpida algunas veces.

En el 83 todavía estaba en la primaria y no entendía bien que pasaba. Habia cosas raras como estados de sitio, pero de a poco como en los últimos días de invierno el sol empezó a calentar el ambiente y en casa se discutía de política. Obviamente que había disenso y pasiones encontrados entre los 2 partidos mayoritarios.

Y estaba en la tele un señor de bigotes.Cuando era más chica le temía a los hombres de bigotes, los militares que se llevaron a un tío lejano tenían bigotes y un gesto adusto que infringían miedo.Nunca más lo vi ni supe que pasó con él.

Cuando había cadena nacional se llenaba el comedor de un silencio oscuro nunca anunciaban cosas buenas. Luego si, empecé a ver a este señor de bigotes, que con un gesto firme pero con mirada cálida que enunciaba un largo discurso que jamás había escuchado, el Preámbulo de la Constitución Nacional.

Ese hombre era Raúl Alfonsín.Mi madre nos llevó un dái soleado de octubre a votar, a qué? a votar, para elegir el presidente. Todos se movilizaban de un lado al otro. Había gente en las calles. Se habian echo apuestas en la familia.Y después a esperar el resultado.

Parte de la familia ganó la apuesta y la otra ganó también la libertad de expresarse y de vivir por fin en democracia.

Lo que vino después fue el inicio de una nueva etapa institucional y personal. No tengo recuerdos del Juicio a la Junta.Pero si de haber aprendido a difernciar entre la libertad y esos años de plomo.

En la secundaria aprendí el Preámbulo pero ya me lo había enseñado EL y entonces si pude comprender de a poco que llevaba a ese hombre encenderse pronunciando cada una de esas palabras.

Los días en que vivimos en peligro los tengo guardados en la retina, no desde la conciencia política de las implicancias que tenían las acciones del Jefe de Estado. Sino de las sensaciones que como fantasmas jugaban a las escondidas como con la democracia.



Por eso, habíendome opuesto mil veces a un sistema de opresión, habiendo disentido y hasta opuesto a otras ideas de nación nunca dudé de que esta etapa que me tocó en suerte vivir era una etapa histórica. Y que si bien no lo conocí sus palabras siempre me resultaron un faro, una referencia.

Lo despido con el respeto que Ud. se merece, Adiós Presidente. Fue un honor ser contemporáneos.Aún su voz, diciendo el Preámbulo. resuena como eco en el corazón de la Nación.

Mónica Vega

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